7/12/2011

La libertad de voto y la libertad de mercado

Ha surgido en algunos espacios académicos la idea de la “tercera vía”, que nos otra cosa que la propuesta económica de Keynes en torno al libre mercado y la intervención estatal. Para Keynes, la fuerza del mercado debe ser libre y el Estado sólo debe intervenir en aquellas oportunidades donde aquél es injusto, es decir, cuando existen fallas de mercado. En este sentido, la propuesta es la siguiente: el mercado hasta donde sea posible y el Estado hasta donde sea necesario. Sin embargo, esta propuesta no sólo tiene efectos sobre el desarrollo económico de un país, también tiene fuertes implicaciones sobre los modelos políticos y los comportamientos de los ciudadanos.

En Colombia se dice que el Estado es el mayor empleador del país, por lo que en las elecciones populares no sólo están en juego las ideas políticas, también entran en la confrontación miles de empleos que representan el sustento de miles de familias. Este hecho da muestra que en Colombia la política es cuestión de supervivencia para muchos, y que en numerosos lugares del país, la salud, la educación, la construcción, y todo aquello que contenga dineros públicos se convierten en botín político que las personas del común, no sólo los políticos, deben asegurarse para mantener la economía del hogar.

Es así entonces como las ideas pasan a un segundo plano en los discursos y lo importante es votar por aquél que comparta el tesoro, lo que se traduce en que el ideal democrático del bien común pierde toda vigencia y el ciudadano termina vendiendo su voto al mejor postor. Así las cosas, el Estado colombiano y su sistema político enfrentan grandes problemas. Por un lado, aquellas personas que son elegidas para cargos populares son elegidas por su capacidad de negociación y no por sus ideas, lo que conlleva a un vacío en la gestión de las instituciones del Estado. Por otro lado, el riesgo de corrupción es mayor en la medida en que el erario público debe ser destinado a cumplir los pactos hechos en campaña a los votantes con miras a las siguientes elecciones.

Aún cuando estos dos problemas no tengan como única causa que el Estado sea el mayor empleador, la disminución de esta condición fomentaría en gran medida la independencia de los votantes, y con ello el aumento del voto de opinión. Se espera entonces que los ciudadanos no dependan de los políticos y con esto puedan votar libremente y a conciencia. Además, la política podrá detenerse en debates y tarimas, donde la demagogia, la social-bacanería y las mentiras, con ayuda de los medios de comunicación neutrales, se escatimarán al máximo.

De esta manera la libertad, la libertad de asociación y de mercado, nos presenta una nueva cara, la de la libertad del voto. No podemos olvidar que la democracia está sustentada en la opinión de los ciudadanos y la confluencia de varios intereses. En un país como Colombia con tanta diversidad social y cultural es necesario que los votantes puedan votar a conciencia, para que sean sus intereses los que finalmente se vean reflejados en las acciones del Estado y no los de aquellos que negocian con los dineros públicos.

Roberto Tinoco/Opinión
twitter: @RobertoATinoco


NOTA: La Corporación Bicentenario publica los artículos con el ánimo de fomentar el debate político y social. En este sentido, los artículos no han sido revisados previa publicación para que sean los mismos lectores los encargados de comentarlos y debatirlos. La opinión de los escritores es personal y libre.

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