7/16/2011

El toreo: arte y cultura

El anuncio de una corrida de toros en la ciudad de Santa Marta, ha despertado polémicas entre detractores y defensores de esta expresión artística y cultural. Se tilda a esta manifestación artística de violenta y sádica, pero ¿acaso no lo son otras actividades cotidianas de nuestra nación?

Si la lucha anti taurina estuviese fundamentada en la eliminación de practicas violentas contra los amínales, estas deberían trascender la prohibición de las corridas. Ya que la culinaria -una manifestación cultural y artística- en muchas ocasiones pone un pie en el terreno del maltrato animal. Por ejemplo: cuando los crustáceos son sumergidos vivos en agua hirviendo para que su carne adquiera un mejor sabor, fruto de su miedo y sufrimiento; o ni hablar la forma en la que mueren los pescados por asfixia; también los chivos que son colgados boca abajo para que se desangren por la nariz y mueran.
Si las prácticas culinarias descritas en el párrafo anterior, son consideradas como culturales, ¿por qué la tauromaquia no? Ya que estas dos manifestaciones son eventos artísticos que funcionan como elemento de cohesión social.

Para apreciar el arte en este evento, basta con ver las obras de Picasso, Goya y Botero, en las que se inmortaliza la elegancia, la sutileza y valentía del torero, la bravura y belleza del toro; o ni hablar de las prosas de Lorca, José Bergamín, y Rubén Darío que describen el riesgo que corren los toreros, a demás narran como, el capote y el toro se conectan, a través de la habilidad del matador, para brindarle al espectador un verdadero espectáculo artístico. Como dijo Vargas Llosa en su artículo torear y otras maldades “para quien goza con una extraordinaria faena, los toros representan una forma de alimento espiritual y emotivo tan intenso y enriquecedor como un concierto de Beethoven, una comedia de Shakespeare o un poema de Vallejo”.
Las luchas de los detractores taurinos suelen ser egoístas, ya que estas no consideran a los miles de trabajadores – de ingresos bajos y medios- para los cuales las corridas representan una invaluable oportunidad de ver aumentado sus ingresos. Tampoco se toman en cuenta las obras benéficas, frutos de las donaciones que generan las corridas, a favor de hospitales y personas desamparadas.

Otro aspecto a analizar es el civismo y la cultura de los espectadores que asisten a las plazas de toros. Las personas que se deleitan con una corrida, asisten a estos escenarios –en los que rara vez se ven peleas a contrario de otros escenarios como los estadios de fútbol- y disfrutan de las faenas guardando silencio en los momentos en lo que se debe hacerlo. No se escuchan insultos como en otros deportes, tampoco se ven los excesos que se dan en algunos eventos musicales.

El hecho de no disfrutar de una corrida no tiene que ser sinónimo de privar, a quienes si lo hacen, el disfrute de estas. Ya que como evento cultural, es promotor de cohesión social y proporciona espacios de esparcimiento, disfrute y una importante oportunidad de trabajo para algunos.

Andrés Londoño/Opinión
Twitter: @andreslondonob


NOTA: La Corporación Bicentenario publica los artículos con el ánimo de fomentar el debate político y social. En este sentido, los artículos no han sido revisados previa publicación para que sean los mismos lectores los encargados de comentarlos y debatirlos. La opinión de los escritores es personal y libre.

7/12/2011

La libertad de voto y la libertad de mercado

Ha surgido en algunos espacios académicos la idea de la “tercera vía”, que nos otra cosa que la propuesta económica de Keynes en torno al libre mercado y la intervención estatal. Para Keynes, la fuerza del mercado debe ser libre y el Estado sólo debe intervenir en aquellas oportunidades donde aquél es injusto, es decir, cuando existen fallas de mercado. En este sentido, la propuesta es la siguiente: el mercado hasta donde sea posible y el Estado hasta donde sea necesario. Sin embargo, esta propuesta no sólo tiene efectos sobre el desarrollo económico de un país, también tiene fuertes implicaciones sobre los modelos políticos y los comportamientos de los ciudadanos.

En Colombia se dice que el Estado es el mayor empleador del país, por lo que en las elecciones populares no sólo están en juego las ideas políticas, también entran en la confrontación miles de empleos que representan el sustento de miles de familias. Este hecho da muestra que en Colombia la política es cuestión de supervivencia para muchos, y que en numerosos lugares del país, la salud, la educación, la construcción, y todo aquello que contenga dineros públicos se convierten en botín político que las personas del común, no sólo los políticos, deben asegurarse para mantener la economía del hogar.

Es así entonces como las ideas pasan a un segundo plano en los discursos y lo importante es votar por aquél que comparta el tesoro, lo que se traduce en que el ideal democrático del bien común pierde toda vigencia y el ciudadano termina vendiendo su voto al mejor postor. Así las cosas, el Estado colombiano y su sistema político enfrentan grandes problemas. Por un lado, aquellas personas que son elegidas para cargos populares son elegidas por su capacidad de negociación y no por sus ideas, lo que conlleva a un vacío en la gestión de las instituciones del Estado. Por otro lado, el riesgo de corrupción es mayor en la medida en que el erario público debe ser destinado a cumplir los pactos hechos en campaña a los votantes con miras a las siguientes elecciones.

Aún cuando estos dos problemas no tengan como única causa que el Estado sea el mayor empleador, la disminución de esta condición fomentaría en gran medida la independencia de los votantes, y con ello el aumento del voto de opinión. Se espera entonces que los ciudadanos no dependan de los políticos y con esto puedan votar libremente y a conciencia. Además, la política podrá detenerse en debates y tarimas, donde la demagogia, la social-bacanería y las mentiras, con ayuda de los medios de comunicación neutrales, se escatimarán al máximo.

De esta manera la libertad, la libertad de asociación y de mercado, nos presenta una nueva cara, la de la libertad del voto. No podemos olvidar que la democracia está sustentada en la opinión de los ciudadanos y la confluencia de varios intereses. En un país como Colombia con tanta diversidad social y cultural es necesario que los votantes puedan votar a conciencia, para que sean sus intereses los que finalmente se vean reflejados en las acciones del Estado y no los de aquellos que negocian con los dineros públicos.

Roberto Tinoco/Opinión
twitter: @RobertoATinoco


NOTA: La Corporación Bicentenario publica los artículos con el ánimo de fomentar el debate político y social. En este sentido, los artículos no han sido revisados previa publicación para que sean los mismos lectores los encargados de comentarlos y debatirlos. La opinión de los escritores es personal y libre.

7/05/2011

Una princesa caprichosa

Una princesa de refinadísimos gustos y exigencias fue concebida en Colombia hacia el año 91. Instruida en etiqueta, no tuvo escrúpulos para permitir que individuos de diversas tendencias entraran en su palacio. Sin embargo, sin saberlo, esta muestra de cortesía y educación permitió que quienes buscaban sólo su bienestar individual y el triunfo de las pasiones sobre la razón entraran a hacer parte de su formación. Es de pronto por esto que esta dama tiene más llamados de atención y más reformas a su personalidad que años.

Con gran cordialidad y etiqueta, fueron recibidas por ella las intenciones de señores que se paseaban por los jardines de su palacio. Este es el caso de Pablo Escobar, quien buscando despertar patriotismo en esta dama, logró que entre sus actuares se prohibiera el envió de sus ciudadanos a pagar sus penas en otros reinos.

Por su afán de ser concisa y específica, olvidó que el tener ideas y reglamentos generales iban más con su posición. Es por esto que ilustres caballeros han hecho modificaciones en ella, basándose en maneras de actuar provenientes de sus más arraigados sentimientos libertinos franceses, pues ésta dama tuvo tiempo de rebeldía en su juventud.

Por tratar de escucharlos a todos, olvidó que los tributos de su reino no eran infinitos. Trató de cumplir sus más osados caprichos consumistas para tratar de ser la princesa más popular a leguas de distancia. Entre los caprichos mencionados se encontraba el hacer la mayor cantidad de castillos para así poder tener una mayor cantidad de empleos para ofrecer.

Esta princesa quería hacer de su reino uno de los más grandes que jamás se hubieran visto. Como una joven aventurera y utópica, quiso implantar políticas populistas de incalculables costos, que desafortunadamente ni los reyes más ricos del mundo podrían costear.

Libertina como era ella, promulgó principios incomprensibles. Se puede suponer que sus padres la reprendían continuamente, ya que ella le inculcó a su pueblo la libertad para desarrollar su personalidad como éste quisiera. Lo anterior quería decir que cada quien estaba en su derecho de actuar en contra de los principios inculcados por sus progenitores, ya que su sufrimiento estaba amparado por el pensamiento de esta joven princesa.

Quizás fue también por lo anterior que ella le dio libertad a un grupo de malhechores -quienes disfrutaban el negociar con polvos blancos- para que formaran partidos políticos y de esta manera pudieran acceder a cargos donde podrían manejar recursos y poderes tanto locales y regionales dentro de dicho reino.

Y es que esta princesa confiaba tanto en sus súbditos, que decidió otórgale a sus provincias más autonomía en su actuar. A falta de un mayor control, algunos súbditos que se mezclaban con los hombres descritos en párrafos anteriores, usaban la confianza que se les otorgaba para acceder al poder y ejercer la ley a su parecer.

Gracias a la gentileza y comprensión de esta princesa, no se le ha corrido del poder. Sin embargo, a pesar de sus caprichos y la facilidad con que la gente puede realizar querellas por todo y por nada, cobrándole dinero al estado; la libertad de actuar otorgada a malintencionados. Es por esto que seguiremos padeciendo de la deficiencia que nos implanta, destinando cada vez más recursos a cubrir falencias causadas por su propia creación, en vez de destinarlos a sectores que les producirían más bienestar a los ciudadanos.

Andrés Londoño Botero/Opinión
twitter: @andreslondonob

NOTA: La Corporación Bicentenario publica los artículos con el ánimo de fomentar el debate político y social. En este sentido, los artículos no han sido revisados previa publicación para que sean los mismos lectores los encargados de comentarlos y debatirlos. La opinión de los escritores es personal y libre.